Monday, July 04, 2016
DONDE CAERME VIVA
La poética dramatúrgica de Elio
Palencia siempre ha partido del universo sexodiverso: un génesis de
problemáticas de aparentes minorías que configuran un teatro que habla
desgarradamente e indiscutiblemente de las mayorías. Su teatro va de la particularidad bizarra al esbozo
apremiante de una generalidad, una sociedad, un país, nuestro mundo. En sus
obras teatrales, un cúmulo de minorías puede producir, sin duda, una abrumadora
mayoría. La familia, la pareja, el individuo siempre han sido indagados desde
ángulos polivalentes, desde distintas espectacularidades, plenas de espejos
rotos e inconformidad, con los dedos en la llaga, cerca del cuarto de basura y
más allá de la simple habitación de la coexistencia; los monolitos que
construye la sociedad bajo la mirada de Elio
Palencia son secuestrados con nobleza, maniatados y se desangran. La
violencia pasa a ser colectiva cuando somos violentos con nosotros mismos. La
falta de aceptación de la otredad siempre conduce a una injusticia. En DONDE
CAERME VIVA, un crisol femenino va
destilando licores de ternuras y amarguras. De la diferencia cargada de
humanidad pasamos a la intoxicación suprema de la hipocresía social, a la
obsoleta inmediatez mediática, un descaro convertido en profesión; de la
supuesta compañía que ofrece la pareja pasamos a la más insolente soledad; de la
provincia abandonada a su destino puede surgir un fascismo servil y castrador;
del fanatizado manejo de la religión se establece la más aberrante distorsión
del amor de familia. Todas estas premisas son tratadas por el autor, contundentemente, con un vuelo sagaz que va
del poro a la vibrante humedad del sexo femenino, nadando a contracorriente en
la lágrima sensible que riega el destierro inclemente de los sexodiversos, precipitándose
sobre una falta de leyes que se traduce desgraciadamente en ausencia de patria
y que espera desde años una redención para seguir viviendo dignamente y no
caer. Con un clic, con un guiño, dígase así porque no es fácil, con una proeza,
un heroísmo que va de la bondad a la maldad, todas esas mujeres que son el apabullante
gineceo de la tierra misma, caen, desfallecen, dejan hasta el último aliento, para pronto resucitar en la escena, en nuestra
memoria, más vivas que nunca.
COSTA PALAMIDES
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